Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
A partir de una visión negativa de la teoría de la evolución de Darwin, Butler crea en "Erewhon" una fantasía filosófica sobre un país situado en un lugar remoto del mundo que representa una antítesis de la Inglaterra de su época. Prácticamente todos los usos y costumbres sociales de los erewhonianos son los opuestos, los contrarios exactos de la sociedad victoriana: la enfermedad, la salud, el delito , todo se concibe y trata de forma antagónica a ella, dejando al descubierto la hipocresía que la caracterizaba y su inconsistencia social. Al tiempo que una muestra de literatura de viajes y una novela de aventuras, "Erewhon" es una utopía muy especial que, situada en la frontera del género utópico clásico y el que arranca en el siglo XX, ha sido considerada como un antecedente del surrealismo y el subgénero distópico.