Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La territorialización del miedo parte de su construcción espacial, en donde una superestructura de poder se articula mediante tres tipos de estructuras: la territorial, la social y la económica. El autor presenta argumentos y evidencias que nos obligan a realizar una profunda revisión de las teorías con que interpretamos las tendencias de la violencia urbana, y son una invitación a reflexionar sobre algunos problemas centrales de los derechos y la democracia en nuestro tiempo. Los mecanismos de control en las ciudades de América Latina utilizan la violencia como un elemento que los legitima y los hace de algún modo indispensables. Los ciudadanos se enfrentan a la proximidad del peligro a través de la presencia constante de éste en el entorno cotidiano. Las referencias visuales sistemáticas en el paisaje urbano y mediático funcionan como un recordatorio de que existen límites definidos por la violencia, los cuales es preciso conocer y respetar. En esta obra se examinan los efectos que el entorno construido puede tener en la percepción subjetiva de la seguridad en la ciudad. Al analizar las manifestaciones culturales y los comportamientos sociales derivados de la experimentación del miedo en el espacio urbano, se encontró que tanto la cohesión comunitaria como las interacciones sociales resultan afectadas sustancialmente por dichos procesos. Sin embargo, es la densidad de dichos vínculos lo que permite conformar un tejido de fibras sociales resistente y elástico que cohesione grupos de distinta índole en la construcción de una nueva visión del mundo.
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