Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Los Cuatro Salmos de William Stanley Merwin son el recordatorio de que oramos a un Dios ausente, de que hablamos sin saber si alguien en el fondo del pasillo nos escucha. Eso es orar, eso es escribir. Y poco difieren ambas acciones, solo en la gracia del dolor que invade al creador en el momento en que la poesía revela tal catástrofe. En estos salmos hay mucho de ausencia, y en ella, ese centro blanco, el poeta inclina su cabeza para rezar, para rendir tributo a otras voces cuya grandeza se sacraliza en su propia obra.