Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Todo hombre anhela a una mujer. Sólo a una: la verdadera, la única, la diosa. Él, periodista latinoamericano de apellido Talbek y Luciano de nombre, dispara con tinta hasta convertirse en actor de la propia escena que pareció haber imaginado. Desirée lo seduce en cátedra, se trasluce por el vino y lo acompaña en una irrefrenada marcha por el dédalo se su ser social. Los documentos corren de ministerio en ministerio; artículo tras artículo se ascienden en espiral que cambia de persona. Talbek es Luciano que habla, que se habla, que nos habla siempre observado por una incrédula mirada que lo mira y que nos mira.