Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
Como el personaje de Borges que se propone la tarea de dibujar el mundo y termina descubriendo la imagen de su cara, el autor decide investigar las reglas del juego, no siempre limpio, de la creación artística.