Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Al leer estas piezas, y también al representarlas, piénsese que son como esa infancia de rostro doble que Francisco Tario define en Una soga para Winnie: risueñas y claras, sí pero también mórbidas y peligrosas. Para el director o los actores (o para aquel que tiene ahora mismo este libro en sus manos), apostar por una sola de esas caretas implicaría arrojar estas obras al vacío. Tal arduo equilibrio entre la riqueza y el espanto mantiene en pie este singular edificio dramático.