Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La revolución mexicana propició cambios radicales en las instituciones políticas, económicas y sociales de la nación. ¿Cómo se transformaron y adaptaron los hábitos, tradiciones y costumbres de los sobrevivientes de este movimiento? ¿Como enfrentaron la determinación de los vencedores de destruir el pasado para edificar una nueva nación? Quizá, la única opción que permitió a los individuos recuperar el sentido y el eje de sus vidas fue la creación. Así, mientras el nuevo Estado restablecía las fórmulas políticas, sociales y económicas , el arte rescató a los individuos del vacío que dejó la Revolución. Ésta es la historia que se cuenta en La bottega de la Revolución. Conflicto armado y creación artística.