El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
Entre los adjetivos que se han derivado de un nombre, no parece el menos recurrido, como una certeza, el de maquiavélico, que importa una ambigüedad que acaso alude a cierta astucia, a una forma de malignidad y a una perversidad intrigante. Sin embargo, incluso para aquellos que frecuentan sus escritos, Nicolo di Bernardo di Machiavelli, Nicolás Maquiavelo, no puede dejar de ser una conjetura: para algunos se reduce al autor de El príncipe, defensor de la mentira, la violencia y la simulación; para otros, es el de los Discursos, que creía en las leyes, la participación pública, la república. Pero es también el autor de La Mandragora, una obra acerca de las pasiones humanas.