Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Un corazón bajo una sotana quedó ubicado entre los textos «juveniles», sin demasiado análisis, hasta 1971, fecha en que empiezan a percibirse distintos estratos y se descubre que bajo la «travesura de chiquillo» hay mucho más, por lo menos hasta tres posibles capas de lectura incrustadas en datos biográficos traspuestos, en relaciones contextuales del lenguaje y en el empleo de referencias de otros autores.
El primer plano, con su tufo de anticlericalismo y obscenidad, describe una realidad cotidiana: un ambiente estudiantil con falta de higiene, lleno de jerga sexual. En un segundo plano, el joven Rimbaud somete los clichés del movimiento romántico a una lectura erótica que los mancilla con significaciones escatológicas y obscenas. Una tercera lectura tendría una clave histórica, en función de ciertas alusiones a miembros de la familia imperial.
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