Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El pasado es un país distinto pero sobre todo es un estilo, una manera; un grupo de nombres y de fechas pero sobre todo de preguntas. El pasado encanta a quien lo sabe irremediablemente perdido y, a pesar de ello insiste en visitarlo.Ignacio Díaz de la Serna encuentra una manera de oscilar entre la voz del siglo XVIII y la del XXI; entre lo español y lo mexicano; entre lo sabrosamente erudito y la más deliciosa mitología católica. Esa manera es un personaje: Ireneo Díaz, su hermano chozno y alter ego. Diarista de un viaje al origen que se inicia en el Madrid de las Luces, Ireneo acaba contando otro viaje, justo el opuesto: un viaje a los infiernos de la España oscura, escolástica, donde la luz de la Ilustración sólo ahonda y acaba en el amor fallido, o bien, una etnografía que se convierte en teología y casi en romance.