Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Campañas electorales abrumadas por spots abundantes pero tan breves que en ellos resulta imposible articular una idea argumentada, comentarios periodísticos que ofrecen veredictos pero no razones, silencios e imprecaciones en los más variados ámbitos, confirman el abatimiento del debate público. Sin deliberación no hay democracia. Pero a la deliberación se le arrincona y se le rehúye, tanto en los medios de comunicación como en los partidos, el Congreso y en nuestras universidades, entre otras zonas del espacio público. Deliberar implica considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla. La vocación mediática por el escándalo y el estruendo, las intolerancias habituales en el quehacer político y la indolencia argumental de dirigentes y gobernantes, hacen infrecuente esa conversación abierta a las ideas de unos y otros. Pugnar por la deliberación pública es hacerlo por una democracia de ciudadanos. Ésa es, ni más ni menos, la apuesta de este libro.