Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Antonio Riestra crea poemas
cargados de misterio, que se leen
como se contempla el espectáculo
del fuego: con una mezcla de
deslumbramiento y ansia por ver un
poco más; poeta y lector se miran
de frente allí donde los versos son
imágenes puras y desarrolladas,
pero a la vez con un mensaje claro,
como palabras sueltas de una carta
ajena que uno quizá no entienda
del todo, pero reconoce dirigidas
hacia alguien más, distinto a
nosotros, pero que todos podríamos
ser.