Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El primer encuentro entre Jean Bosmans, un aprendiz de escritor, y Margaret Le Coz se produce por azar. Años después el protagonista de la novela se pregunta si las palabras que dos personas han intercambiado durante su primer encuentro se han disipado en la nada... ¿Y si todas esas palabras quedaran suspendidas en el aire y bastase tan sólo un poco de atención para captar sus ecos? Bosmans se busca entonces en un pasado sólo recuperable a partir de fragmentos de vida. Anotando uno a uno los recuerdos, avanza Bosman tras los pasos no sólo de sí mismo, sino de Margaret Le Coz. Pronto descubriremos que Margaret se esconde en los suburbios de París y huye de Boyaval, una sombra amenazante que se cierne sobre los amantes. Treinta años más tarde Bosmans redibuja el mapa de su relación con Margaret, motivado por el luminoso horizonte del título y no por la melancolía. Y es ese horizonte esperanzado lo que hace de esta hermosísima novela una obra peculiar dentro del hipnótico universo literario de Modiano. «Una prolongación, y al mismo tiempo una variación sutilmente nueva dentro de la obra admirable de Patrick Modiano» (Nathalie Crom, Télérama); «Mejor que un volumen de la Pléiade, que un lugar en el Panteón, que su mesa reservada en Flore, el escritor francés es consagrado por el neologismo que ha suscitado: modianesco» (Pierre Assouline, Le Monde).