Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Con Lila, finalista del Premio Pulitzer, Pirsig vuelve a trasladarnos -esta vez por mar- a un mundo alejado de toda banalidad.Fedro se ve inesperadamente «obligado» a compartir con Lila unos días en su barco. Un fuerte vínculo de amor y odio se establece entre ambos, y la irascible Lila, salvaje y frágil al tiempo, se convierte en un fascinante objeto de observación.La travesía, que comienza en el río Hudson, refleja el viaje mental a través de la estoica sabiduría de los indios de Estados Unidos, la sofocante hipocresía de los principios victorianos, la monstruosa seducción de una ciudad como Nueva York y la oscura concepción social de la locura -que quedó patente en los electroshocks administrados a Pirsig cuando éste experimentó una «esquizofrenia catatónica», o «iluminación dura», dependiendo la perspectiva que se adopte-.