De la basura al brillo, del glam a lo popular, de la Metropolitana al vertedero y del Prado al lodazal, la pintura de Fabio ha descubierto una nueva vía de salida a la intrascendente trascendentalita. La pintura ha muerto. Y en su lecho de muerte alguien la escucha susurrar: Brillo, más brillo.