Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Éste es el testimonio de un habanero descreído. Un hombre que regresa extenuado de un largo camino que finalmente no lo condujo a sitio alguno. Pero no es pesimista. Pedro Juan sabe que tiene que seguir adelante. Y lo mejor es hacerlo sonriendo, a golpe de ron, música y sexo. Pedro Juan Gutiérrez hace catarsis en este libro, duro y en gran medida autobiográfico, que reúne tres libros de cuentos: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Un lenguaje fuerte y apretado es el único capaz de expresar la rabia de quien habita en el vórtice del huracán. Pedro Juan vive al borde del precipicio. Marginal, aunque su covacha está en el corazón de La Habana de hoy. Disecciona sus alrededores con habilidad de cirujano experto. Sin temor hinca su bisturí afilado, escarba en las entrañas, y lo revuelca todo, irrespetuosamente: sexo, hambre, política, erotismo, desencanto, anhelos, ron y buen humor. Escrita con un ritmo implacable, a medio camino entre la exuberancia tropical y la negra desolación de un Bukowski, la Trilogía sucia de La Habana es un deslumbrante conjunto de relatos orquestados como una novela.
El Chato, quien narra esta historia, toma cerveza de sus experiencias desde que conoció en campaña de guerra al Güero, después llamado Juan Vargas, hombre de respeto y de poder. Las situaciones van ligando estrechamente las vidas de los dos hombres: en un principio, el pelotón; luego, la relación laboral. Una vez que el Chato sale de prisión, se convierte en la mano derecha del patrón hasta que éste pierde todo y aquél, siguiendo las enseñanzas de Joaquín, el peluquero del penal, se dedica a ese oficio. Para el Chato La vida siendo un sueño de pronto se hace pozo, profundidad de espanto, mariposa negra. La muerte, digo, sin avisar, siendo su territorio la noche, mata. Vargas muere sin haber tenido una impresión de la vida y sólo entonces el narrador se siente libre de un peso, de las sombras, del fango.
Roberto Bravo, con una prosa que atrapa desde las primeras líneas, nos transporta Al sur de la frontera, sitio en el que las pasiones humanas se desencadenan a la par que las palabras.