El barrio es la patria original, una que a veces mide apenas una manzana o un par de cuadras de extensión. En él se forja, para bien o para mal, el cobre de la raza. Allí se construyen imaginarios, lenguajes, hábitos, servidumbres que acompañan a los individuos a lo largo de sus vidas. Nadar contracorriente, sentirse salmón, pule algunas aristas, disimula tics barriales. Sin embargo, la materia prima permanece desafiante, arisca, silvestre como ella sola