Mediados del siglo XIX. Una granja de cerdos en las tierras sombrías del sur de Kentucky es el escenario de una revelación atroz Ginny descubre en la figura de su marido, Linus Lancaster, a un hombre embrutecido y un cruel esclavista. En busca de solaz, Ginny encuentra a Cleome y Zinnia, dos jóvenes esclavas que trabajan en la granja. El fallecimiento de Lancaster y sus consecuencias harán que la vida de las tres cambie para siempre. La benévola es una novela histórica porque está ambientada en otra época, pero esa época no deja de ser la nuestra. Y aunque sus páginas recogen la perversidad con la que el maltrato dibuja sus círculos, tampoco es ésta la sencilla historia de una venganza. Ganadora del Premio Anisfield Wolf y finalista del Pen/Faulkner en 2013, La benévola pone en tela de juicio todo tipo de convenciones sobre la esclavitud, al tiempo que da cuenta, con una prosa tan sugerente como alejada del espectáculo, de la intensidad emocional de unos seres que exceden lo que se tiene por humano; su crueldad, su sufrimiento, su delirio. Porque benévola aquí es otra manera de llamar a las Furias de la mitología romana diosas de la venganza que en esta narración son, más bien, un accidente de la historia. El accidente de nacer mujeres o esclavas; víctimas convertidas en verdugos. La circunstancia de hacerse de pronto con un resto de poder que, sin embargo, nunca traerá la redención.