Román Galdós, el atribulado protagonista de esta novela, podría retratar muy bien los conflictos de cualquier hombre de nuestro tiempo atrapado en un sistema que desprecia, hundido en un conflicto personal que lo lleva a acariciar la idea del suicidio como método infalible para saldar sus padecimientos del alma.
Román , irónico y dulce-amargo, convierte la ciudad de Quito en un personaje más que lo acompañará como un Virgilio dantesco durante el mes que se ha impuesto como plazo para echar marcha atrás en sus propósitos y encontrar una razón poderosa para seguir viviendo, o bien para ser esa mano omnisciente que lo precipite hacia una muerte segura, y no por ello menos violenta.