Eduardo Guerrera, en los cuarenta años previos a la escritura de su libro Torreón, su origen y sus fundadores, fue ciudadano activo en la formación del municipio de Torreón. Con motivo de celebrarse las bodas de plata de la ciudad, a principios de 1932, organizó los documentos y la información que había reunido en el transcurso de los años, y con base en ellos, recreó las vicitudes de la población, desde que fue una estación ferroviaria hasta su constitución como ciudad.