Pocas veces el autor de una obra demasiado atípica logra despertar tanta adhesión como rechazo en los más variados ámbitos. En efecto distintos escándalos se produjeron ante los continuos vaivenes de un trabajo que nunca supo ajustarse a los cánones vigentes de la escuela mexicana de pintura. Afortunadamente los círculos literarios, artísticos y periodísticos más progresistas apoyaron en sus diferentes etapas la producción de Juan Soriano. El merito no es poco, comienza a crear en 1934, momento en el que muralismo mexicano de los "tres grandes" alcanza su máximo reconocimiento. Para entonces Juan Soriano tiene catorce años, descree el poder aleccionador de la pintura y sus temas poco o nada tienen que ver con la exaltación folclórica, heroica o nacionalista.