La mano encantada, entre la producción de Nerval, guarda una característica singular: es la más cercana a las formas del genero "gótico" tan en boga hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX. Por su estructura y contenido, encontramos a un escritor plenamente conocedor del género; sin embargo, Gérard añade, como todo escritor original, una contribución reveladora: traza con nitidez el advenimiento de la "edad de la razón", el consecuente descrédito de la sabiduría tradicional y el mundo antiguo. Instala en mitad de las mercaderías y los usos jurídicos del "nuevo orden" , la posibilidad de una fractura. El hombre común, el prototipo del momento, es la víctima. Trabajando de manera intermitente con el diseño y el lenguaje de la novela gótica, brinca al plano de una crítica social cuyo centro es la tragedia del hombre desposeído principalmente de memoria, de memoria colectiva.