Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En Hay un jardín Marco Antonio Huerta recupera, a través del lenguaje y la evocación, la presencia de un espacio edénico cuyos orígenes se remontan a los días de infancia. Consciente del lugar que el tema ocupa en la tradición literaria, el autor nos guía por las páginas de un álbum personal que describe su asombro ante el mundo. A lo largo de cinco apartados ("Hay un jardín", "Aquí se guardan", "Rawdiyyat", "Horas" y "Fotografía"), y a la manera de un versado naturalista, Huerta observa las formas y colores, la vida vegetal y las súbitas presencias animales al mismo tiempo que plantea en este jardín personal una metáfora de vida en la que, desde luego, el amor tiene una semilla bien plantada.