Cuando imaginamos este libro queríamos que chicos y mayores pudieran abrir las ventanas de su mente para escuchar las voces de personas que desde hace muchos siglos han poblado el planeta entero. Y como queríamos que el mundo visitara las mentes de nuestros lectores, tuvimos que hacerle un poco de espacio a cada uno de los cinco grandes continentes: América, África, Europa, Asia y Oceanía. Las características de cada una de estas enormes extensiones de Tierra han movido a sus habitantes a imaginarse distintas explicaciones sobre el pedazo de Tierra que los rodea.Muchas de esas explicaciones se fueron contando de padres a hijos, de mayores a chicos, y tomaron la forma de narraciones de sucesos. Ahora necesitamos imaginarnos un mundo en el que no había medios de transporte para hacer largos viajes, y donde tampoco había otras formas de pasar información más que repetir lo que se había aprendido de memoria. No había libros, ni teléfonos, ni televisión; no se había inventado el cine, las computadoras, los celulares ni los videojuegos.Las leyendas llegaron así hasta nosotros: por medio de sabrosas pláticas con las que hombres y mujeres de todas las regiones del mundo comprendieron su entorno y buscaron enseñárselo a sus hijos.