Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Al principio, a Miguel no le interesaba para nada su clase de historia, y menos la vida de Benito Juárez. A partir de que conoció a Selene, una de las chicas más populares de la escuela, todo cambió. Para llamar su atención, preparó muy bien la exposición acerca de ese gran oaxaqueño (¡ay, gracias a él no vamos a la escuela cada 21 de marzo!), y contó que Juárez sí sabía montar a caballo y que su esposa era mayor que él, cosas que el profe nunca nos había dicho. Ah, tampoco que don beno pasó un tiempo de su vida en la cárcel. Pero, ¿al final habrán andado Miguel y Selene?