Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Cuando el objeto ya no está, cuando los actos mueren queda aún la palabra que los nombra, fantasma de presencias que se disuelven. Envuelto en esta herencia nos el tiempo, la sucesión modesta de lo que vivió. Pero al recuperarse en su palabra, este tiempo deja de ser meramente anecdótico y crece, hasta volverse inmenso. A José Emilio Pacheco le habla la memoria, pero también la naturaleza. En su poesía no es algo que este más allá de nosotros como el tiempo, nos incluye; como la historia, nos juzga. La ética no es un invento filosófico, es la consecuencia del rigor poético. No hay sinónimos existe nada más el término exacto, una palabra para cada cosa. Debe ceñirse, como la piel al cuerpo, a lo que nombra. Esta antología generosa prologada por Jorge Fernández Granados guarda todos los registros de nuestro gran poeta el poema brevísimo de un solo verso y los poemas en prosa, sus trabajos temprano y los últimos que publicó. Al leerlos juntos, siempre encontraremos su voz y, al recuperarla, también nos encontraremos.