Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La memoria del suicida es un poemario que gira en torno a la vida y la muerte como ciclos, que se cumplen: "Enciende el sol /Amor / y mata la verbena", como dice el epígrafe de Gerardo Diego. Y el hilo conductor es la predestinación, el pecado original que se torna en un destino maldito y maldecido. Las tres estancias del libro, como segmentos indivisibles de un todo, indican una tríada maldita que invoca a la locura o al suicidio: "Cómo duele la vida / Cómo se espera la muerte / Cómo se invoca el suicidio". Así, "A fuerza del espejo", la primera estancia, es un juego de imágenes sugeridas, de erotismo que busca en su centro una salida así como reflejar en el intento una parte redentora. "A la fuerza de un proceso", la segunda estancia, es un experimento lúdico que quiere testimoniar la gestación de la demencia. Surge la distancia como elemento necesario para preguntar quién se ha ido en verdad. "La memoria del suicida", la estancia que cierra el libro, es el espacio en que se toca la llaga temática y que concluye con un aliento que se desvanece como un fantasma contemplando su propio obituario. Hay también ciertas palabras como grabadas en una lápida: "Nadie supo dar razón del viaje / El responso transgrede / Huyó huí / ¿A dónde iba?" Consumación del delirio, escape hacia la distancia, la calma que precede al dolor y ala tristeza, el suicidio anunciado.