Altamirano surge en nuestro patrimonio cultural no solo como un poeta y un novelista, se le aprecia también como un pensador social. No sólo participó honrosamente de la cultura occidental en la cual supo sobresalir, sacando quintesencias de su sabiduría, sino que con su orgullosa pertenencia al mundo indígena asumió una alteridad que le permitió desarrollar una visión social crítica. Partidario acérrimo de un republicanismo democrático, vio en la instrucción pública el camino para librar a las masas populares del yugo de la ignorancia y la miseria