Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Curiosa paradoja en la obra de Juan Manuel Gómez: sus poemas acogen vastedades, abismos sonoridades submarinas, potentes oles de invierno, largos en cada uno de ellos nos aguarda un pequeño reino, algo invisible como la aparición de un grano de anís en un tronco o un montón de hojarasca, un trompo de luz que sólo gira en el centro de las pupilas de una niña o, en efecto, un pedacito rojo tras el cristal de una pecera. Poemas-navegaciones sabedores de que el viajero siempre estará más cerca de la vida que la muerte; hechos como quien va sobre el dorso acuático del mundo y con la claridad del que ama ser ciego en la niebla.