Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Pedro Castera ha sido mejor conocido como prosista que como poeta, ya sea por su célebre colección de cuentos Las minas y los mineros (1882) o por su exitosa novela Carmen (1882), si bien, al igual que tantos autores de su época, también desarrolló una intensa producción poética que dio a conocer en distintas publicaciones periódicas de la segunda mitad del siglo XIX, y que fue compilada, en parte, en los volúmenes Ensueños (1875) y Ensueños y Armonías (1882). Ciertamente, como poeta fue blanco de severas críticas por parte de algunos de sus contemporáneos,