Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
Desde antes de que se llamara México nuestra tierra, era ya pródiga en sabores y aromas.
De esas grandes y significativas aportaciones surge el cacao, y de igual forma lo que bien podemos denominar la bebida: el chocolate, que ha endulzado a la humanidad entera.
Un largo pasado basado en observaciones, paciencia, ensayo e ingenio que se conjuntaron para el proceso de su domesticación misma.
Al paso de los siglos, culturas de otros continentes agregaron otros ingredientes, hallazgos y procedimientos, y lo hicieron también suyo.
Por tanto, ya se trate del cacao o del chocolate, ambos productos han dejado huella indelebles en nuestra historia, arte y cultura. Y son, en efecto, nuestros poetas y artistas plásticos quienes les rinden tributo en sus obras, para conformar un elevado, hermoso, y esencial acervo artístico que pertenece a nuestra Nación.