Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Esta obra parte de la premisa de que el rico universo de las corporaciones eclesiásticas incluye lo mismo al complejo mundo de la fe y la trascendencia, como al de las relaciones sociales, el prestigio y el poder. De ahí que su intención de "estudiar la forma en que las órdenes religiosas construyeron y preservaron sus respectivos ámbitos de acción e influencia" en Campeche vaya de la mano con el análisis de sus apostolados como ofertas profesionales y propuestas de salvación, "porque evangelizar indígenas, cuidar enfermos y educar a la juventud eran tanto necesidades sociales como pasaportes al cielo". Así, apostolados, devociones, ambiciones, actividades económicas y complejas relaciones construidas a partir de vínculos familiares, sociales, políticos o económicos se constituyen en ventanas privilegiadas desde las cuales se puede mirar, estudiar y comprender los diversos rostros de la historia de la Iglesia católica en México