Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El sismo de 1985, las contradicciones de los proyectos políticos que valoran la modernidad, lo que va de lo colectivo a lo individual, o de lo perenne a lo cotidiano, en pocas palabras, Carlos Monsiváis examina en Entrada libre el México de la década de 1980. Monsiváis cuenta e interroga hechos tales como la tragedia de San Juanico, el movimiento popular urbano o el Mundial de fútbol. Las entradas a todos estos eventos bien pudieron ser indicio de una manera de reconocer las virtudes de la sociedad civil. ¿Qué pasó? Eso nos lo destila Monsiváis.La calibración tan exacta que hace Carlos Monsiváis de la sociedad nos provee ricas propuestas por las cuales pasarse a inventar maneras alternas de vivir en nuestro mundo. A tal efecto, por ejemplo, ha dicho Carlos Fuentes en su Nuevo tiempo mexicano, El sub-comandante Marcos me parece ha leído más a Carlos Monsiváis que a Carlos Marx. Bueno y entre tanto Carlos, lo más probable es que haya entendimiento...