Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Venite con la trompeta me dijo Pettinato. Fui con un poco de ansiedad a su departamento, en un piso 12 del barrio de Belgrano. Había un tocadiscos con unos baffles en el suelo, y Petti llevaba el saxo colgado. Recuerdo que tenía al perro encerrado en el balcón, que estaba todo lleno de soretes. ¿Nunca lo bajás?, le pregunté. No, vive ahí, dijo. Me pidió que sacara la trompeta y puso el tema 1 del disco de James Brown en vivo en el Apollo. Empezó a tocar, mirando hacia la pared y yo me puse contra otra pared y tocamos todo ese lado del disco, y cuando terminó me dijo: Mañana vamos a ensayar con Sumo. ¿Por qué no te venís a El Palomar?. Ésa fue la prueba, la primera prueba.
Luca llevaba en un bolso un hueso podrido y una peluca, como cualquier músico llevaría una guitarra y cables. De modo que siempre jodía con la peluca, como estereotipo del rock. Se la ponía y decía Bueno, yo soy rockero, y lo mismo con el hueso: Traje a mi abuela, decía en el escenario. Todos pensaban que iba a entrar la abuela y entonces él sacaba el hueso del bolso y decía Aquí está mi abuela. Luca era una persona encantadora, en todos los sentidos. Era magnético.