Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La vida en el Misisipi es un punto de anclaje en la obra de Mark Twain. Continuamente, el autor regresa a las márgenes del río para contar las más ingeniosas historias con una pluma mordaz e inexorable. En este libro se puede encontrar una imagen detallada de los territorios próximos al "ficticio" pueblo de St. Petersburg de Tom Sawyer, una mirada experimentada del río que recorren Huck Finn y Jim y rasgos del caracter de los vecinos de Wilson Pudd'nhead.A partir de un agudo repaso por la geografía y la historia de la región, el autor evoca los tiempos más antiguos del río; esta operación la aprovecha para abrillantar los años de su infancia y relatar, con ironía y arrojo, los días que vivieron el auge de la navegación en el Misisipi. En 1882, cuando el autor vuelve al río, el paisaje es muy distinto y el agudo examen que hace del nuevo escenario queda también registrado en la obra.Este libro, tan personal como espectacular, utiliza las transformaciones del río para revelar otra serie de cambios: del joven piloto romántico al adulto pragmático que viaja como pasajero; del país agreste a la tierra del mito del progreso y, quizá, de Samuel Langhorne Clemence a Mark Twain.Prólogo de Rodrigo FresánTraducido por Francisco Gómez Palacio