Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
A mediados de agosto de 1385 el canciller Pedro López de Ayala fue tomado prisionero por el ejército portugués que defendía Lisboa del cerco castellano. En lugar de ser repatriado, como se hizo con la mayoría de los prisioneros, fue encarcelado en Leiria y luego en Óvidos mientras llegaban de Madrid las 30,000 doblas de oro exigidas por su rescate. Durante dos años y medio López de Ayala evitó referirse a su condición de prisionero en tierra extranjera, antes bien decidió escribir lo que la historia considera sus obras mayores: El Rimado de Palacio y el Libro de la Caza de las Aves. Seiscientos veintisiete años después, el cuerpo de Eduardo Chirinos albergó a un inquilino resuelto a suplantarlo, a apoderarse de lo que es más íntimamente suyo, a desordenar sus hábitos nocturnos, a alborotar tenazmente su biblioteca. Así como López de Ayala prefirió omitir su condición carcelaria, estos veintiocho poemas omiten la enfermedad que les dio origen, pero lo aluden sutilmente a partir de la anécdota medieval, de modo que sus temas (la cultura, los sueños, la simultaneidad de tiempos, el diálogo entre oído y el ojo, entre la pintura y la música) se desarrollan bajo el oscuro aletazo de un cuervo mordaz y exigente. O de un halcón que reclamaba medicinas para curar sus dolencias y aliviar sus quebrantamientos.