Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Autor clásico de nuestro periodismo cultural, formado e informado, Alfonso Reyes era también un hombre de amplia visión histórica y agudo olfato político. Aspiraba a aprovechar todo y convertirlo en escritura según José Luis Martínez, quien destaca entre sus características, la variedad de sus temas, la abundancia de sus conocimientos y el cambio de sus tonos, lo mismo que rasgos como la claridad, la curiosidad y la gracia del estilo; en suma, todo aquello a lo que debe aspirar una periodista.En este volumen se reúne cuanto escribió don Alfonso sobre periódicos, periodistas y periodismo. Un primer apartado versa sobre el origen y desarrollo de la prensa mexicana y revisa la aportación de algunos de sus exponentes. El segundo compila textos acerca del periodismo de otras partes, sobre todo de Europa, y el tercero apreciaciones de orden general que incluyen "Hermes o de la comunicación humana", un pequeño tratado en el que se adelantó varias décadas a los más célebres comunicólogos.La lectura de cada página suya es un provechoso deleite, pues a Reyes puede aplicarse lo que él mismo dijo a la muerte del escritor uruguayo José Enrique Rodó: "Ignoró la guerra literaria, el escándalo editorial y la propaganda de librería. Resolvió por la calidad excelente lo que otros quieren resolver mediante combinaciones de infinita malicia. Era el que escribía mejor y era el más bueno. Su obra se desenvuelve sobre aquella zona feliz en que se confunden el bien y la belleza. Y hoy nos volvemos a él como en busca de una arquitectura sagrada que resista al fuego de la barbarie."