No hay nadie más experta en los trabajos de media jornada que Beca: a sus 18 años no sólo es la mayor de cuatro hermanos, también es la compañera de combate junto a su madre para sacar a la familia adelante al la vez que estudia muy duro para las clases. Después de que su padre se marcharse sin ninguna explicación cuando ella tenía sólo 16 años, aprendió una gran lección: no te fíes de ningún tipo con sonrisa arrolladora y un imán natural para las nenas. A pesar de ello, pronto conoce a Alex, un enigmático y atractivo estudiante de Bellas Artes que puede hacer aparecer mágicamente mariposas en su estómago y que irremediablemente cambiará su vida para siempre mediante un giro inesperado del destino.
Una historia de amor auténtico, un amor que no tiene fin, un amor de dos caras que sólo es el principio. La novela New Adult que marca la diferencia.
Muchos siglos atrás -justo al amanecer- la bruma se alzaba sobre la llanura aluvial de Coatzintla. Una mañana fresca y húmeda que comenzaba junto al fuego del hogar. Apoyada sobre el fogón se hallaba una pequeña vasija de forma extendida. El barro arenoso había sido cubierto con un baño muy delgado de pintura blanca y el borde terminado con pinceladas de color rojo. Sobre el fondo requemado se dejaban caer -uno a uno- los panes de maíz.Sobre la tierra -a un lado de las brasas- se encontraba "sentada" una olla con agua. El cuello de la vasija no podía ser más alargado y el barro alisado del cuerpo se tornaba áspero en el fondo. Una banda de color rojo adornaba la base del cuello y otra más recorría el borde. En aquel lugar -junto a un pesado metate de piedra- se hallaban otras vasijas, todas de paredes altas y tan pulidas que brillaban al despuntar la primera luz del día. Las había pintadas de negro y con distintos tonos de rojo. Las anaranjadas probablemente habían sido traídas de la vecina ciudad de Cerro Grande, en la cuenca media del río Tecolutla; las otras eran producto de los alfareros de El Tajín. Aquel metate aún estaba húmedo y conservaba adheridos los restos del maíz molido al amanecer. En el patio había leña y se escuchaba el crepitar de las ramas al consumirse en el fuego. Llamaba la atención un enorme apaxtle de barro con dos grandes asas y un cuervo de plumas negras parado sobre el borde.