"Transitan libremente por esta relatoría algunos ancianos que se resistieron a recordar, tres o cuatro padres y madres de familia que han pintado un cielo tisú para su porvenir angelino, un homeless hogareño que no tiene nada que perder, una minusválida juangabrielina, una puta desdentada que se hace del rogar con un cliente afónico y con la billetera vacía, tres o cuatro policías, algunos hinchas, un productor de la TV local y muchos viejos, señores, niños, señoritas, trabajadores del volante y amigos que le dedicaron un tiempo a que esta crónica tratara de traducir sus anhelos y sus frustaciones en las sonrisas y los terrores que suelen adivinarse tras las estatuas que habitan los museos de cera o los murales de la ciudad.Los acompañan una gran cantidad de personajes que viven las calles de las que son legítimamente propietarios y sirvientes, gobernantes y gobernados. Los demás son ficticios, falsos, derivados: yo a la cabeza".