Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
Elegía es un libro ambicioso desde el mismo título, y señalado por una condición del tiempo transformado en destino. Francisco Segovia ya habia dado pasos en esta dirección en libros anteriores, como Sequía. ¿No es -destino- todo transcurso, toda duración? Puede que sí, pero lo que cambia la manera de mirarlo es que se le asuma como tal: destino y no desatino. En los hechos cotidianos o en el horizonte mitológico, en la palabra más gastada o en aquella que está revestida de una luz aún no usada, toda poesía que se precie -nos diría Francisco Segovia- es un develamiento, un reconocerse en la duración de los hechos eso que llamamos experiencia y que nunca, ni siquiera en su forma más inmediata, es literal, pero cuya elaboración literaria, a su vez nunca es ajena a la literalidad. Titularlo así -Elegía- es ya situarse en el contexto de una tradición y asumirla en su riqueza rítmica, lexica y de referentes. Ante esto se siente la tentación de calificarla con la palabra madurez, pero en cierta manera se trata de algo más allá de la madurez, la serenidad que hace a todo tiempo sabio sin importar su edad y a toda juventud un destino que se deja atrás.