Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
Elegía es un libro ambicioso desde el mismo título, y señalado por una condición del tiempo transformado en destino. Francisco Segovia ya habia dado pasos en esta dirección en libros anteriores, como Sequía. ¿No es -destino- todo transcurso, toda duración? Puede que sí, pero lo que cambia la manera de mirarlo es que se le asuma como tal: destino y no desatino. En los hechos cotidianos o en el horizonte mitológico, en la palabra más gastada o en aquella que está revestida de una luz aún no usada, toda poesía que se precie -nos diría Francisco Segovia- es un develamiento, un reconocerse en la duración de los hechos eso que llamamos experiencia y que nunca, ni siquiera en su forma más inmediata, es literal, pero cuya elaboración literaria, a su vez nunca es ajena a la literalidad. Titularlo así -Elegía- es ya situarse en el contexto de una tradición y asumirla en su riqueza rítmica, lexica y de referentes. Ante esto se siente la tentación de calificarla con la palabra madurez, pero en cierta manera se trata de algo más allá de la madurez, la serenidad que hace a todo tiempo sabio sin importar su edad y a toda juventud un destino que se deja atrás.