Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
¿Qué significa leer como un autor de ficciones?, se pregunta Geney Beltrán. Para él significa leer desde el aprendizaje de una maestría creativa, ambicionando un parentesco o una herencia; lee y comenta la ficción ajena con los atributos integrales con que busca escribir la propia. Arma así un itinerario por 25 voces muy distintas de la narrativa mexicana del siglo XX. Autores heterodoxos como Efrén Hernández, Francisco Tario, Esther Seligson y José de la Colina conviven en estas páginas con prosistas de vocación clásica como Inés Arredondo, Elena Poniatowska, Eraclio Zepeda o Fabio Morábito. Sin embargo, un mismo hilo entrelaza sus historias. De todos los variados rostros que ofrece un país como México, se asoma con frecuencia en la obra de estos cuentistas mexicanos, de Nellie Campobello a Eduardo Antonio Parra, aquél que emplaza en el ánimo de sus habitantes una mirada de pérdida y desaliento.
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