Enfrentarnos a nuestros muertos nunca es cosa sencilla. Enrique González Parra se da a la tarea de desempolvar los recuerdos, sacar al sol los miedos archivados y llenar los antiguos silencios con poesía. El resultado es un libro a la vez crudo y sensible, con una voz poética directa y tranparente, donde desfilan fantasmas de amigos y desconocidos, cuyas muertes anuncian también la inevitable del autor.