Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El músico, poeta y periodista Liao Yiwu ha vivido lejos de su China natal desde 2011, cuando logró huir de esa colosal e invisible prisión que es China a través de la provincia de Yunnan. Yiwu pasó cuatro años encarcelado tras la publicación de su poema Masacre, un canto de denuncia sobre la matanza de estudiantes en la plaza de Tiananmén. Las memorias de su tiempo en prisión, Por una canción cien canciones (Sexto Piso, 2015), muestran el horror que Yiwu tuvo que sufrir y explican las razones por las que, tras ser hostigado por la inteligencia de su país después de haber recibido una invitación de Salman Rushdie para asistir al PEN Festival de Nueva York, finalmente decidió salir de China. Desde el exilio en Alemania, Yiwu ha continuado desarrollando su obra con el objetivo de retratar la realidad de las centenas de millones de personas que viven en la pobreza y la marginalidad que se ocultan tras el boom económico chino de la última década.
En Dios es rojo, que sigue la estela de El paseante de cadveres (Sexto Piso, 2012), Yiwu pone el foco en la región suroeste de China, donde pequeñas comunidades de personas han resistido, arriesgando sus propias vidas, al mandato estatal de eliminar cualquier forma de culto religioso. A pesar de su fuerte formación secular y atea, Yiwu encontró en la persecución de estas comunidades religiosas la oportunidad para profundizar en su denuncia del brutal aparato de represión estatal chino. El lirismo de su prosa y la capacidad de empatía con los personajes que retrata le otorgan un carácter casi mítico a historias como la de una monja nonagenaria que, a pesar de las palizas, la hambruna y las décadas de trabajos forzados a las que fue condenada, mantiene su lucha por restituir el derecho de su comunidad a practicar su fe, o la de un cirujano que abandonó una lucrativa posición como administrador en un hospital del Partido para atender gratuitamente a personas en montañas remotas de la región suroeste de China.
Dios es rojo confirma la vocación del autor por explorar las zonas más recónditas de la sociedad china, y muestra el valor y el coraje de mujeres y hombres que luchan por conservar los aspectos más elementales de la dignidad y la libertad humanas.