Entre los hijos de la Revolución solo uno permanece personificando el lado oscuro de la primera generación del México moderno: Bernabé Jurado, auténtico Abogado del Diablo, corrupto y rapaz
hasta el exceso, depravado y vicioso, fue capaz, sin embargo, de cobijarse entre los pechos privilegiados de la política y la sociedad en ascenso a lo largo del siglo XX. Marcado desde la infancia por el despojo de la hacienda familiar El Canutillo a manos de Pancho Villa, encontró un sitio al encarnar en sí mismo la auténtica leyenda negra del ejercicio del Derecho.