Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Durante años, en la remota colonia menonita de Molotschna, las mujeres han sido sistemáticamente drogadas y violadas mientras dormían. La comunidad se empeñaba en hacerles creer que las heridas con las que amanecían eran producto de su absurda imaginación, o quizá obra del demonio, que las castigaba por sus pecados. Los violadores, sin embargo, eran hombres de la propia colonia: tíos, hermanos o vecinos que han sido detenidos, pero que ahora, en apenas dos días, quedarán libres bajo fianza y regresarán a casa.
Ocho de esas mujeres que padecieron abusos y violaciones, cuatro de la familia Loewen y cuatro de las Friesen, están a punto de reunirse en secreto para tomar una decisión que determinará su futuro. ¿Qué deben hacer? ¿Perdonarlos, como pide el obispo Peters? ¿Responder a la violencia con más violencia? ¿O marcharse para siempre, lejos del único mundo que hasta ahora han conocido?