A fines del porfiriato (1911), la ciudad de México era ya el pinto más importante de salida y terminal de los ferrocarriles mexicanos, centro mexicano, nacional mexicano, hidalgo y nordeste, inteoceanico, san Rafael a Atlixco, del desagüe del valle de México y de monte alto. También se encontraban asentados en ella los ferrocarriles cintura, circunvalación e industriales de la ciudad de México. Estas instalaciones ferroviarias poco a poco quedaron aprisionadas por nuevos núcleos de población urbana y a la par incrementaron seriamente los problemas de circulación de la capital