Las laderas de los cerros o de las montañas están formadas por capas de suelo o de rocas de una gran variedad de tamaños, o por la combinación de ambas; estas capas, al igual que nosotros, también están sujetas a la fuerza de gravedad. Cuando los materiales que forman una ladera se debilitan o pierden su cohesión, es difícil que sigan en el mismo sitio, por lo que se sueltan y por la atracción de la gravedad caen hacia abajo.