Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿En dónde habitan los dioses? Escrito durante una estancia en Montreal -ciudad rodeada por la presencia plateada del rio San Lorenzo bajo la luz de luna-, Isla de luz parece adivinar que, oculto en algún sitio, sobrevive aquel "legendario lugar" como parte intrínseca de la esencia del universo.Como invadida por una visión fulgurante, la autora encuentra los distingos de la era mitológica entre los detalles milenarios de la geografía inmediata: "Todo reverdece en la memoria: / quizás el germen de la luz / palpita en el reino de los muertos". De esta manera nos encontramos prácticamente ante una labor de especia órfica; busca el sol en medio de la tiniebla para que, al restituirlo a su lugar, amanezca de nuevo el tiempo de lo divino. Diálogo del ser con el cosmos, este poema extenso, de gran riqueza rítmica, delinea un sistema metafísico donde naturaleza y sobrenaturaleza conforman el espacio en que el ser humano debe hallar su significado y su lugar en el mundo, aguzando la vista para encontrar el camino por donde se fueron los dioses y afinando el oído para orientarse por medio de la música de las estrellas.