En Mi vida con la perra, Francisco Hernández explora, juega, ironiza alrededor de una de las afecciones más cotidianas y persistentes en la vida de hombres y mujeres: la depresión. El animal es el tema, el personaje omnipresente en el libro. En el primer poema Hernández escribe:''Nació conmigo pero no tiene edad./ Respira desde hace años bajo las piedras/ y cuando lo decide, se incorpora/ al curso del torrente sanguíneo./ Durante siglos se le llamó/ Melancolía o Bilis Negra./ Ahora se le bautiza con nombres de mujer,/ sus mandíbulas son más poderosas/ y ha hecho del vértigo su principal santuario.''Rafael Torres Sánchez reúne en Bastón de ciego una serie de estampas que van de los recuerdos placenteros a la melancolía. Dicen los editores: ''Al momento de ir leyendo el poemario es posible comprender el nombre que lleva, pues va tanteando -del mismo modo que los invidentes hacen con ese instrumento vital para ellos- los escollos y bordes por los que Rafael Torres Sánchez delinea su escritura".