El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
En La morada en el tiempo, Esther Seligson hila un espléndido entramado de arquetipos históricos, de génesis, de divinidad y de atmósferas voluptuosas: "Y vio el mesajero cuánto se gozaban ambos, la mujer y el discípulo, uno en el otro, embriagados, sobre el lino cárdeno que ya había extendido en el suelo. Esa misma madrugada, él tomó el vestido, lo llevó al templo y cubrió la efigie de la serpiente Nejustán, la que Moisés forjara en el desierto. Y oró y vio. Cuando la estrella de la mañana se levantó, el fuego lamía ya los pies de la montaña, y las estelas, entalladuras y altares se reducían a ceniza".La morada en el tiempo es una valiente travesía entre el mundo eterno y el mundo efímero.